Solo es cuestión de tiempo, de tiempo y de negligencia, el resto irá llegando. Dentro de algunos días, igual que vimos el descubrimiento del mosaico romano, veremos en los informativos la nueva gruta que se ha abierto en Badalona. Seguramente la gruta no nos ofrecerá el espectáculo de estalactitas y estalagmitas de las cuevas del Drach, en Mallorca, ni nos sorprenderá con imágenes de arte rupestre como en Altamira. Nuestra cueva tendrá su identidad bien diferente a las susodichas cavernas, pero sobre todo, lo más destacado, y la envidia de todas las demás, será que podremos entrar en coche. Como ciudadano, agradezco la negligencia de este ayuntamiento, porque así nos situará en el mapa geológico de las zonas subterráneas. Por si algún lector no se ha ubicado en el espacio badalonés al que me estoy refiriendo, que sepa que estoy hablando de eso que empezó siendo un bache en el aparcamiento de la playa de Badalona y que ahora apunta maneras de sima. Imagino la cueva de Badalona apareciendo al lado de las de Bluefish en Canadá o la de Los Cristales en Chihuahua. Si mi memoria no me falla, hace algunos meses que la perseverancia del paso de vehículos y el saber no hacer de los responsables en el mantenimiento de tal espacio público están logrando el prodigio que deja estupefactos a los vecinos. Entre la población se habla con todo el asombro que produce tal fenómeno y que además crea no poca expectación entre jubilados, bañistas y paseantes. Desde mi humilde participación en este artículo, animo, a quienes corresponda, a no mover un dedo por evitar la consecución geológica que está a punto de lograrse. Por favor, que a nadie se le ocurra, ahora que ya hemos iniciado el camino, fastidiar proyecto tan prometedor para la ciudad de Badalona.