El ser humano tiende a ceder sus esfuerzos a otros. Nos encomendamos a corredores de seguros, a monitores que distraigan a nuestros hijos, también en cuestión de refuerzo escolar porque «yo ya no me acuerdo» y, además, ya puestos en seguir delegando, abrimos los oídos a determinados medios de comunicación, bien para aplaudirlos porque nos hemos convencido de que muestran el mismo parecer que nosotros, o bien para denostarlos porque se alejan de nuestras ideas. Sobre esa cuestión, cabe preguntarse si ¿no seremos nosotros los que hemos llegado a confluir en ellos y no al revés? En definitiva, que estar informado también cansa. Seamos sinceros, todos los que nos creemos seguros en nuestros planteamientos ideológicos, ¿pondríamos la mano en el fuego afirmando que hemos llegado solitos a nuestros razonamientos? ¿De verdad? No confundamos seguridad con tozudez, eso sería tramposo. Deberíamos ser valientes, incluso temerarios, y realizar un examen de conciencia, sin necesidad de movernos del sofá, pues siempre será más cómodo que indagar en los programas políticos y cotejar, como correspondería, para después establecer los calificativos justos; eso sería excesivo, claro, sobre todo si creemos que hemos acrisolado una sabia, justa y férrea convicción ideológica. Conceptos como izquierda, derecha, o esa facilidad para tildar de fachas o de reaccionarios a determinados líderes políticos se dejarían de lanzar al primer borboteo sanguíneo. De cualquier modo, seamos valientes y hagámosles una radiografía serena a nuestros credos, estoy seguro de que algunas convicciones se tambalearían. No creo que ningún lector se ponga a prueba, solo faltaría que después de tantos años de empeño, estuviéramos equivocados, con lo que nos ha costado estar bien informados.
Eugenio Asensio