Dice el protagonista en la novela Zero K de Don DeLilo: «Saber que el riesgo innecesario forma parte del código de las patologías urbanas me hace sentir fiel al sistema». Soy urbanita y asumo muchas de las infinitas patologías que la ciudadanía ha desarrollado. Si fuese ciudadano del centro de Badalona, mi contribución negativa al éter sería menor, pero he nacido y vivo en uno de los barrios que ascienden hacia la montaña, para tener mejor perspectiva del mar; me consuelo. Sobre ordenación y movilidad, desde hace algún tiempo corre el proyecto municipal que pretende evitar problemas de circulación. Admito que Badalona los tiene, sobre todo de aparcamiento, que se pretenden solucionar creando zonas de diferentes colores y de diferentes modalidades de pago, claro. Con tal proyecto, quizá se solucionen ciertos conflictos en el centro, o se dé salida a plazas municipales sin vender. Pero el estudio no contempla la necesidad del vehículo para aquellos que no tienen cerca una boca de metro o la estación de ferrocarriles. Si por mí fuera le pediría a quien correspondiese una entrada de metro delante de casa, las oficinas municipales en Sistrells, el tren en La Salut, el conservatorio en Sant Roc y un poquito de playa en cada barrio. Si un trabajador que vive en Bonavista debe ir cada día a Mollet, debe bajar en autobús hasta la estación de Renfe, tomar el tren hasta El Clot, y allí transbordar hasta Mollet. Cuantifiquemos el tiempo que dedica a desplazarse si su conciencia le impide utilizar su vehículo. Si con el proyecto municipal ha de pagar por aparcar frente a la estación del ferrocarril, ¿estamos facilitando el uso del transporte público? ¿Qué se ha pensado para los trabajadores de Can Ribó? También se dice que se fomentará el uso de la bicicleta, lo cual sería placentero si se viviese en Manresà, dudo que lo sea para los habitantes de los barrios cuya orografía dificulta el ascenso. Lamentablemente, la contaminación es global y los coches no desaparecen.